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Hemos olvidado nuestra sombra en una ciudad de Asia. Se han quedado nuestros sueños en los desiertos de Taklamakán. Ümit Yasar Oguzcan, Un mundo para dos.




19/7/18

La herencia fantástica del Medievo en el patio del Colegio de San Gregorio




Un paseo detenido y atento por el patio del otrora Colegio de San Gregorio, hoy Museo de Escultura de Valladolid,  lleva a un cierto grado de contemplación. Si bien no mística, pues esta arquitectura tan poderosamente sólida no incita hoy día a ello como otros claustros más modestos (esto es cuestión mental de cada cual) sí a una reflexión sobre la arquitectura como símbolo de poder. Recorrer la cuadratura contemplando los capiteles es una compensación de la otra decoración repetitiva, monótona, basada en el símbolo del yugo y las flechas de los Reyes Católicos, en la granada que certifica la conquista del último reducto árabe en 1492, en el escudo de la monarquía que inaugura una nueva noción de un Estado que se presenta como unificado y, cómo no, en los símbolos emblemáticos, no menos importantes, del influyente fundador del Colegio, el obispo Fray Alonso de Burgos.








Los capiteles, a mi modo de ver, traen aún el eco de los últimos siglos anteriores a la construcción del Colegio, se adaptan sin mayor interferencia al objetivo del edificio como centro de formación de teólogos justo en las postrimerías del siglo XV, y prolongan la secuela de escultura fantástica que abundó en la extensa y variada Edad Media, como si quisiera dejar herencia para la posteridad de aquellos otros submundos y seres imaginarios de los cuales tan fecunda fue la larga tradición estatuaria y ornamental del Occidente cristiano. Así vemos reproducidos animales extraordinarios, muchos de los cuales al visitante no se le revelan con claridad. Animales que se muerden entre sí, bestias que despedazan a otra bestia o a un hombre, parejas que se hacen el amor, un supuesto domador que incita a la fiera a que pase por el aro, lagartijas apareándose, aves de diversas características, cerdos, perros, seres con cuerpo de hombre y cabeza de monje, hombres alados, murciélagos, esfinges, moluscos marinos, dragones de diversas caracterización...Y los eternos temas vegetales: las uvas, la piña, la granada. 

Tal repertorio, que suele pasar desapercibido para los visitantes, más pendientes de la soberbia y esbelta arquitectura, de los arcos y la filigrana de las tribunas del patio, se me antoja más producto de mi imaginación que de la propia iconografía. Y entonces, ante la ejecución formal de muchas figuras, se suscitan bastantes dudas. ¿Son todos los capiteles originales? Las restauraciones habidas anteriormente a la instalación del Museo ¿se han tomado sus libertades? Ignoro si existe una catalogación capitel a capitel, pero da la impresión de que hubiera existido la mano de una especie de Viollet-le-Duc que introdujo elementos a su aire en capiteles probablemente desgastados o machacados.






Jurgis Baltrusaitis, historiador del Arte, que ha estudiado la iconografía fantástica de la Edad Media, da algunas claves de por qué cundieron tanto aquellas representaciones imaginarias:

 “La Antigüedad clásica que, por definición, debería contribuir, en el período del ‘clasicismo gótico’, a la propagación de bellas figuras humanas, se convierte en uno de los primeros factores que anima toda una familia de criaturas monstruosas.

Un vasto repertorio, puesto bruscamente al alcance de la Edad Media por el retorno de la moda carolingia de la glíptica, ha ejercido su influencia de una manera inesperada. Con las gemas no se difundieron las imágenes de los dioses y héroes antiguos, sino una nube de gryllas, racimos de cabezas, bestias y hombres de caras múltiples, cabezas sobre piernas, cuadrúpedos o bípedos saliendo de la concha. Esta selección tan particular, operada sobre un material que, por otra parte, es rico en representaciones diversas en las que todo es elegancia y armonía, nos ha parecido el índice de aspiraciones que, si bien en un principio se mantuvieron secretas, tardaron en afirmarse. La Edad Media buscó constantemente en estas piedras preciosas rarezas y grutescos. En la numismática sucede lo mismo: no son las medallas nobles las que parecen atraer sobre todo a los artistas, sino las monedas bárbaras en las que aparecen figuras extrañas.

La influencia creciente y decisiva de estos dos grupos se explica por una evolución del gusto y un cambio del estilo en general que se repliega resueltamente hacia lo precioso, lo delicado y lo pequeño, añadiendo a ello un elemento de singularidad y casi de exotismo, y se une así a la poesía de las formas musulmanas.

Estas últimas se dejan sentir en determinados adornos del primer arte gótico, pero su introducción masiva tiene lugar sobre todo entre la segunda mitad del siglo XIII y el comienzo del XV. Como en la época románica, una fauna fantástica, grupos antitéticos y combates de animales se propagan por los tejidos. Adornos abstractos, monstruos heráldicos del Asia eterna reaparecen justo en el momento en que se produce la eclosión de una flora y un bestiario vivientes. Pero los sistemas retornan evolucionados y enriquecidos. Los entrelazos renacen recompuestos en combinaciones de polígonos y rosetones. Las hojas esquematizadas se afilan y surge una floración de bestias sin miembros, follajes con cabezas y plantas parlantes. Caras lunares, parecidas a las gemas de la orfebrería, se incrustan en la decoración de la miniatura. Peces, cuadrúpedos y hombres se animan en un remolino –como sise tratase de un mecanismo de autómatas- intercambian sus miembros y cuerpos. Estos juegos eruditos y artificiosos, introducidos en la naturaleza y en los caprichos góticos, les dan un insólito atractivo”.

Sin duda que es el eco de todo ese desarrollo de formas y mundos confundidos a propósito por los artistas medievales del que nos habla el historiador Baltrusaitis, lo que aún permanece en los capiteles del patio del Colegio de San Gregorio, cuando aún queda poco de ensayar el Gótico en la arquitectura. Ciertamente que fue un estilo que aún se prolongó, con sus características peculiares y sus influencias nuevas, durante un tiempo en España. 














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4 comentarios:

  1. ¡LA JUNTA DE VALLADOLID!


    GINÉS DE SEPÚLVEDA:
     ...Digo que los bárbaros, se entiende como los que no viven conforme a la razón natural y tienen costumbres malas públicamente entre ellos aprobadas....ora les venga por falta de religión, donde los hombres se crían brutales, ora por malas costumbres y falta de buena doctrina y castigo...

    FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS:
    "Menor razón hay para que los defectos y costumbres incultas y no moderadas que en estas nuestras indianas gentes halláremos nos maravillen y, por ellas, las menospreciemos, pues no solamente muchas y aun todas las repúblicas fueron muy más perversas, irracionales y en prabidad más estragadas, y en muchas virtudes y bienes morales muy menos morigeradas y ordenadas. Pero nosotros mismos, en nuestros antecesores, fuimos muy peores, así en la irracionalidad y confusa policía como en vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra España"

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  2. Qué controversia tan decisiva...

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  3. Ya veo que eres un experto en arte :-)Me llevo el enlace del blog y según tenga tiempo iré descubriendo y aprendiendo cosas.
    El libro de Malaxecheverría quizás te pueda interesar de verdad porque ofrece una posición distinta a la de Baltrusaitis a la hora de "explicar" las bestias, al menos eso es lo que afirma.
    Leyéndote y mirando esa abundancia de figuras en los capiteles de El Colegio de San Gregorio me ha venido a la cabeza El Bosco y su Jardín de las delicias, nunca había relacionado una cosa con la otra, para mí un descubrimiento, así que gracias por el enlace.

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    1. Nada de experto. Mirón, si se quiere. Disculpa no haber visto antes tu comment. No conozco el libro que citas, intentaré dar con él.

      Los bestiarios siguen en vigor de alguna manera, sospecho.

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