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Hemos olvidado nuestra sombra en una ciudad de Asia. Se han quedado nuestros sueños en los desiertos de Taklamakán. Ümit Yasar Oguzcan, Un mundo para dos.




1/11/18

Tragédia do mar, el desgarro de José João Brito en la playa de Matosinhos




Frente al Atlántico, amoroso y cruel océano, que de ello supieron mucho los pescadores de la zona, se halla anclado en la arena el grupo de mujeres y niños que evocan la desesperación. Para el visitante primerizo de Matosinhos, a corta distancia de Oporto, es una sorpresa y a la vez un misterio toparse con aquel conjunto escultórico. Pero aunque el mensaje es obvio, el visitante debe informarse. Recuerda la tragedia de la noche del 1 al 2 de diciembre de 1947, en que un temporal impresionante se cobró la vida de 152 pescadores de cuatro barcos de arrastre. Consecuencia: 71 viudas y 100 huérfanos. La impresión entre pescadores y población no solo de la zona, sino de todo Portugal, fue honda. Un pintor, Augusto Gomes, llevó al lienzo una representación del dolor de las familias en que se cebó el infortunio. Inspirado en el cuadro de Gomes un escultor actual, José João Brito, esculpió el grupo, inaugurado en 2005 en la playa de Matosinhos, junto a la Avenida José Norton de Matos.   





Estas esculturas, de considerable altura, se dirigen al oleaje, maldiciendo su furia. La ubicación es idónea, aunque el crecimiento urbanístico propiciado por el turismo genere a sus espaldas un escenario de aglomeración típico y abigarrado de las ciudades costeras. Más allá de que la posición de las figuras tome la referencia de la obra del pintor Gomes, hay otros elementos estéticos que sugieren extraordinarias influencias. ¿No vemos en estas expresiones de desgarro e impotente furia humana ecos goyescos o picassianos?  ¿No late un alma expresionista a través de la que poder  tratar con virulencia la desgracia? ¿No hay algo de solidez del arte faraónico o mesopotámico en el aparente hieratismo formal de las figuras, que queda roto por el enérgico increpar de las mujeres y el llanto de los niños? El duro bronce se vuelve patetismo y se pone al servicio de un lenguaje de emociones violentas. Las damnificadas arrojan su dolor contra el océano, reprenden con desesperación al destino, claman contra el hambre y la penuria que llevó a sus maridos e hijos a desafiar al mar para obtener la pesca necesaria para la supervivencia. Maldicen, en definitiva, el estado de abandono y carencia en el que van quedar las familias de los náufragos. 








2 comentarios:

  1. ¡Impresionantes esculturas, me sobrepasa tanto dolor, aunque nunca lo olvide!

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    1. A mí me sorprendieron y me emocionaron. Portugal siempre está tan cerca desde los tiempos paleolíticos...

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